Circula por la red el siguiente comentario: En el conjunto de Euskadi IU (Ezker Anitza) ha sumado 30.179 votos; Ezker Batua Berdeak (EB-B) ha obtenido 17.301 votos; y Equo ha logrado 11.639 votos. Con solo la suma de IU (EA) + EB la izquierda social tendría 3 diputados, uno por cada provincia. Si a esta suma de IU (EA) + EB se incorporara Equo (siguiendo el ejemplo llevado a cabo en Galicia) la izquierda social hubiera logrado 4 diputados: 2 por Álava, 1 por Guipúzcoa y otro por Vizcaya. Además, el segundo de Álava se le habría quitado a UPyD que se hubiera quedado sin representación.
Sobre el contenido de este comentario que circula por la red decir que estoy de acuerdo con el mismo.
Estoy convencido de que si hubiera sido posible el acuerdo, como así proponía e intentó Ezker Batua tanto con IU como con Equo, el efecto multiplicador hubiera sido muchísimo mayor. Seguramente se podrían haber alcanzado 6 o 7 diputados. Por eso es importante, muy importante, ponerse a desbrozar el camino que nos lleve a la mayor brevedad posible a la unidad de la diversidad que somos. La diversidad es buena, pero ha de sumar junta. Hay que modificar el modelo de relaciones existente hasta ahora, en vez de centrarnos en aquellas cuestiones que nos separan hay que subrayar todo lo que nos une y, sobre todo, tratar de convencer en vez de pretender vencer.
Además, si analizamos los programas electorales de la izquierda alternativa (no solo en Euskadi sino de cualquier ámbito) nos daremos cuenta que las diferencias son de matiz. Incluso el momento presente anima a derribar barreras. AGE ha de ser capaz de sumar con BNG. Igual que ICV-EUiA ha de ser capaz de entenderse y llegar a acuerdos electorales con ERC. Incluso el quinto espacio en Euskadi, el de la izquierda social (EB, IU y Equo), tendría que tratar de llegar a acuerdos con el segundo espacio de la Izquierda Abertzale; pues el segundo más el quinto puede llegar a ser el primero. En una mesa de negociación, con voluntad, se liman todo tipo de dificultades. Lo digo por experiencia, pues durante muchos años he estado negociando convenios colectivos; y si con la patronal se pueden acordar cosas, muchas más se podrán acordar entre organizaciones de izquierda. Además, en casos de discrepancia, la solución es sencilla, se consulta al pueblo soberano y se acepta su criterio.
El gran problema que tenemos las gentes de izquierda no es de programa, sino de relación personal. Muchas veces, en demasiadas ocasiones, tenemos comportamientos que no son propios de los principios que decimos defender. Hace unos días daba datos sobre la disonancia que existe entre la conducta verbal y la real. Casi el 80 por 100 de las cosas que decimos o pensamos las dejamos sin hacer, o sea, no transformamos la conducta verbal (lo que decimos) en conducta real (lo que hacemos). Siempre que entre nosotros se asienta el recelo y la desconfianza el resultado será el fracaso. Si la relación no la basamos en la simetría y en la consideración de lo que plantea y representa la otra persona el vínculo será muy endeble y la posibilidad de conflicto estará siempre presente.
La imagen que proyecta IU de organización en conflicto permanente se debe a esto, así como a una especie de complejo de inferioridad que hace valorar más "la conquista del poder" interno que el gozar de unas relaciones amables y constructivas con los demás. Recordemos que el deseo de poder no reside en la fuerza, sino en la debilidad. Por eso Marx, que era un adelantado a su tiempo, decía que lo nuestro era un "poner en libertad los elementos de la nueva sociedad". Poner en libertad es lo contrario al deseo de poder.
Lo dicho, si hubiera sido posible el acuerdo en Euskadi, como así proponía e intentó Ezker Batua tanto con IU como con Equo, el efecto multiplicador hubiera sido muchísimo mayor. Seguramente se podrían haber alcanzado 6 o 7 diputados.
Javier Caso Iglesias | Analista Político y Activista Social.
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