Fernando Pizarro, actual alcalde de la localidad por el PP, prometió 310 soluciones para Plasencia en el programa electoral que presentó a las elecciones del 22 de mayo de 2011. Sin embargo Fernando Pizarro y el PP de la localidad están cada día más solos. Su modelo de ciudad ha sido el último tirón de orejas que le han dado el conjunto de fuerzas políticas con representación en el ayuntamiento de Plasencia.
El PP de Plasencia y Fernando Pizarro han optado por la vía de la soberbia, del empecinamiento y por confinarse en su torre de babel institucional. Lo que tanto criticaban al anterior equipo de gobierno de Elia María Blanco es lo que Fernando Pizarro hace ahora.
Ni sabe consensuar con la oposición, ni con los agentes sindicales y sociales, ni se fomenta la participación que brilla por su ausencia; es más se persigue incluso con saña la libertad de expresión de la ciudadanía con sanciones de miles de euros.
De las 310 soluciones que prometió Fernando Pizarro y el PP para Plasencia nada de nada. Ni optimización de los recursos humanos municipales, más bien persecución sindical y mobbing; Ni dinamización de la economía local para crear empleo; Ni racionalización del modelo de ciudad en el objetivo de hacer de Plasencia una ciudad abierta al visitante, sino más bien todo lo contrario, llenar la ciudad de torres de hormigón a ubicar en suelos con uso educativo (colegio Inés de Suárez) o inundables como señala un estudio de la Confederación Hidrográfica del Tajo en relación a las huertas de La Isla.
La torre-taburete en el que estaba sentado Fernando Pizarro en la foto de portada de su programa electoral se ha transformado en su verdadero ideario. Una torre-taburete aislada del suelo de la realidad, una torre-taburete en la que se confina para aplicar todo lo contrario a lo que prometía en sus promesas cambiando el diálogo por la imposición y a las personas, a las que se refería como lo primero, por torres de hormigón de esta nueva Torres-Venecia en la que convertirá a la ciudad si los ciudadanos no somos capaces de remediarlo. ¡Váyase señor Pizarro!
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