Lo voy a tratar de explicar de nuevo a ver si ahora se me entiende. Resulta que ahora mismo el conjunto de las organizaciones progresistas están de acuerdo en las medidas que habría que adoptar para salir de la crisis, pero son incapaces de ponerse de acuerdo a la hora de conformar una candidatura unitaria que nos represente.
Cualquiera se podría preguntar ¿por qué si en las medidas a adoptar se está de acuerdo no son capaces estas organizaciones progresistas de conformar una única candidatura unitaria sin exclusiones? La razón es sencilla de ver: cuestión de hegemonía y de coherencia.
hace unos días Enrique Santiago, secretario ejecutivo de Convergencia Política de IU, invitaba a partidos de izquierda alternativa y movimientos sociales a una reunión antes del 30 de julio. Ante esta propuesta diversas organizaciones de la izquierda alternativa han manifestado sus reticencias a unirse a un proyecto conducido por Izquierda Unida.
Como digo, cuestión de hegemonía y de coherencia.
Izquierda Unida (IU) ha dejado de ser ya un referente para muchas personas progresistas, esto se observa en que de los 6.000.000 millones de votos que pierde el PsoE solo recaban en la coalición unos escasos 500.000, el resto pasa a engrosar las filas de la abstención que superará en las próximas elecciones europeas el 50% del censo electoral.
Y ha dejado de ser un referente por su obsesión por la hegemonía y su falta de coherencia. Un error común a una buena parte de la izquierda.
Martiño Noriega, alcalde de Teo y responsable de acción institucional de Anova, lo dice alto y claro en una reciente entrevista titulada "Uno de los errores de la izquierda es demandar para la sociedad lo que después internamente no cumples". Una entrevista que recomiendo leer.
Ahora de lo que se trata es de poner fin al podrecimiento de la segunda restauración borbónica y dar principio a la llegada de una república de verdad en la cual la ciudadanía asuma el protagonismo. Y en esto no está ni el PsoE ni la IU hegemonizada por el PCE, pues les falta coherencia.
La falta de coherencia de estas organizaciones tiene su origen en el modelo organizativo del que se dotan. es obvio que no se puede exigir a los demás lo que uno no es capaz de dar. IU sigue instalada, al igual que el PsoE, en un modelo de organización obsoleto, propio del siglo pasado, una especie de poliarquía oligárquica de la mitad más uno.
Como he expuesto en otras ocasiones y ahora vuelvo a recordar, la poliarquía o policracia de los modelos partitocráticos ya no vale como cauce de participación ciudadana, pues se asienta sobre la praxis política de la vota-botacracia, esto es, utilizar el mecanismo del voto para botar (excluir). Esta, como es obvio, es una mala praxis. Tengamos en cuenta que no es lo mismo una democracia que un gobierno de la mayoría. Los gobiernos de la mayoría, y ejemplos a lo largo de la historia existen muchos, terminan trasformados en "la dictadura de la mayoría" (dictaduras bolcheviques, del ruso Большевик, Bolshevik o Bolševik, "miembro de la mayoría"), que puede ser peor que una dictadura abierta, porque se presenta con la careta de la democracia. Pero arrasa los derechos de la minoría, y puede terminar usando la fuerza, el ostracismo o la exclusión, para lograr sus propósitos. De lo que se trata es de buscar el consenso, no imponer el criterio de una parte. Además, toda fracción que se hace vasta termina convirtiéndose en facción (camarilla) y lo vasto (extenso) transformándose en basto (burdo e inapropiado).
Tampoco los movimientos de renovación de Izquierda Unida cuentan con credibilidad alguna, pues intentan cambiar ese despotismo iletrado de la IU hegemonizada por el PCE (despotismo de cuello azul), por un despotismo ilustrado de cuello blanco; pero que, al fin y al cabo, sea iletrado o ilustrado, es despotismo. Parecen olvidar que de lo que se trata no es de cambiar un tipo de despotismo en la gestión de las organizaciones e instituciones por otro, sino, como indicara Carlos Marx, "poner en libertad a los elementos de la nueva sociedad". Si Marx viviera seguiría repitiendo a sus seguidores de hoy aquella frase lapidaria que pronunció al ver los discípulos que dejaba tras de sí en el siglo XIX: "Yo lo único que se es que yo no soy marxista".
No parecen darse cuenta que desde la caída del Muro de Berlín lo que está en cuestión es un modelo determinado de relaciones sociales y de producción. Un modelo que solo puede cambiarse con uno alternativo y no con más de lo mismo. Hay que estar frente al sistema, no ser el lado izquierdo del mismo; pues el lado izquierdo del sistema es como la falacia lampedusiana. Para dejar de ser el lado izquierdo del sistema hay que cambiar la forma de relacionarse. De no ser así se seguirá siendo cómplice valedor de las políticas de la Troika comunitaria y de esta podrida y decadente segunda restauración borbónica que padecemos. Tanto el PsoE como la IU hegemonizada por el PCE son, por sus hechos y formas de relacionarse, el lado izquierdo del sistema, por eso solo llaman a combatir al lado derecho del mismo. Aún no se han dado cuenta que lo que hay que trascender es el sistema mismo y su modelo de relaciones sociales y de producción.
Para ello hay que abandonar dirigismos, los hegemonismos y los "tics" autoritarios, ganar en humildad y coherencia e iniciar, junto a todo aquel que se quiera sumar, sin sectarismo y sin cerrar la puerta a nadie, un proceso, horizontal y sin prejuicios, de diálogo entre los nuevos protagonistas sociales -15M, DRY, Mareas, PAH, etc.-, los partidos y coaliciones de nuevo cuño -Compromís, Alternativa Galega d’Esquerda, Més Mallorca...-, que incluya a las organizaciones más veteranas -CHA, Nueva Canarias, NABAI, BNG, ICV, IU, ...-, para definir una propuesta política unitaria, creíble y útil. Una propuesta cimentada, como sostiene Jordi Guillot, en un programa de gobierno coherente y realista. Con un liderazgo fuerte, amable y positivo.
O esto es así o no será.
Como siempre digo estas son mis ideas que dejo a vuestro mejor criterio.
Recibid un muy fuerte abrazo.
Atentamente,
Javier Caso Iglesias.
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